BURGOS II, UNA DE FUSIÓN Y OTRA DE RENOVACIÓN

Como os conté en mi post anterior, el sábado no había terminado, nos quedaba la cena, visitamos a Saúl Gómez del Restaurante Blue Gallery.

En Burgos es uno de los más innovadores, probamos un tipo de cocina con toques orientales, y en general todo era muy picante, reconozco que el pique es algo que ¡me mola! pero demasiado me puede llegar a fastidiar algún plato, cosa que me pasó en el Blue Gallery, quizá sea que no estoy acostumbrada al picante.
En general todo estaba muy bien presentado, un ambiente muy ¨íntimo¨, luz cálida, los camareros vestían de forma desenfadada vaqueros, camisa blanca y delantal.
El Blue, es un restaurante muy pequeñito, situado en un barrio un poco a las afueras de lo que es el centro de burgos.

Vista del Blue Gallery desde la calle



En este restaurante optan por un menú degustación para todo el que va, te sientas, pides tu vinito, y empieza el baile.

El vino Italiano que nos recomendaron

Esta coreografía comenzó con un caldo calentito de miso, en vasos típicos japoneses.



Continuaba con lo que para mi fue sin lugar a dudas el mejor plato del menú, un niguiri de carabinero, cuya cabeza estrujabas por encima de este y acompañabas con un toque de soja (que para mi no era ni necesaria).



El arroz tenía una cocción buena, mordías y no se rompía el niguiri, el punto de wasabi era bueno (quizá un punto de más)...
Continuamos con la herencia japonesa, en este caso no se trataba de fusión, sino sushi, unos makis de salmón y aguacate, aquí el arroz no estaba en su punto óptimo.


Es posible que tras el niguiri me esperase otra cosa, por lo que el maki no me gustó mucho la verdad. El punto original era la salsa, no fuimos muy capaces de descubrir sus ingredientes, parecían cítricos, picante (algo que como ya os he dicho era el elemento común de todos los platos) y ajo.

Lo siguente, fueron unas ostras, con vinagreta de ponzu y jengibre.


Siento tener que deciros que no pude probarlas, ya sabéis que soy alérgica, y por tanto no puedo deciros que tal estaban.
El resto de comensales opinaron que eran sabores fuertes, y que la ostra se disipaba, pero que estaba buena.

Mejillones con citronela y jengibre.


El tataki de pato estaba muy rico, sésamo, un toque de tomillo, y hebras de chile (picantes), y una salsita oriental.

Llegó el momento de limpiar el paladar, un helado de wasabi, sopa de pepino y manzana ácida. a mi me gustó mucho, al principio antes de probarlo pensaba que era el postre, y cuando lo probé pensé que me gustaba como postre, no era dulce, este no picaba, refrescaba mucho y cuando pensaba la cena llegaba a su fin...
Siguió el baile, nos trajeron unos cuentos de chili-crab, un plato de tailandia, los madrileños lo habréis podido probar en StreetXo, de David Muñoz, este de Burgos estaba muy rico también, aunque más picante que el del pequeño puesto callejero de David .


Por último el rape, rebozado con una salsita de marisco, su patatita estaba ¡estupendo!



Hubo algo que me llamó la atención en el menú de por la noche tomamos más pescado que carne.
Lo cual me sorprendió pues en otras zonas de Castilla y León las ternera, bien de Ávila, o bien la que es de vaca vieja más del  norte, hay en abundancia y sin embargo aquí a mediodía mucha carne, aunque nos sorprendieron con esas señoras cocochas fresquísimas y buenísimas y ahora todo pescado.


El motivo es bien sencillo, y muchos lo sabréis, Burgos esta en una zona de paso para muchas de las rutas que hacen el reparto de pescao y marisco por todo el país.
El pescao que llega no puede ser más fresco y por eso tienen esta gastronomía que quizá muchos no se esperan.




Pues bien, aquí tampoco terminó mi visita, me queda una última parada, que pienso narraros muy pronto tambien.
Un beso

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