El Mesón de Doña Filo

Hola a todos, una semana más aquí estoy, empezaré diciéndoos que últimamente parece que he concursado más en Top Chef que en MasterChef, si ya el finde de Burgos estuve con Antonio Arrabal y Miguel Cobo, este fin de semana pasado he estado con Antonio Canales y Javi Estévez.

No os recomiendo hacer mil planes a la vez, que es lo que últimamente vengo haciendo yo, por las mañanas estoy estudiando y trabajando en un despacho de abogados, por las tardes me voy a Brix a meterme al despacho y seguir trabajando, pero por las noches subo a la cocina a ver como va el servicio, qué hace falta, etc.

¿Os habéis aburrido de mis días verdad? Os entiendo, a mi me tienen loca...
Pero al lio, el sábado tenía dos planes, primero ir a comer al Mesón de Doña Filo con Eva, mi sancho panza, o mi Quijote, en definitiva mi fiel acompañante de eventos gastronómicos.
Nos fuimos hasta Colmenar del Arroyo, a la Calle San Juan, 3. Una pequeña entrada guardaba un pequeño recibidor que enseguida daba a un comedor con aire tradicional, aunque la comida no iría en sintonía.

Nos sentaron en la mesa y empezamos con unas aceitunas y unas tostas de pan acompañadas de tomate con semillas de comino y su aceitito correspondiente.

Daba así lugar el comilón.

Comenzamos con una lengua ibérica embutida.




De aspecto similar al lomo pero de textura ligeramente más fibrosa o entre vosotros y yo más ¨áspera¨que el lomo.
El siguiente plato fue un sándwich de foie.


Le siguió una crema de maíz con otra de cebolla.


Una crema de maíz dulce, muy fina, con todo el sabor del maíz, y la crema de cebolla menos líquida, era un juego de texturas entre las cremas e incluso las temperaturas, este plato a mi personalmente me gustó mucho, es de agradecer una cremita de estas.
¿Pero qué proseguía?

Los protagonistas fueron unos raviolis de remolacha rellenos de langostinos, el yogurt hacia las veces de salsa y se complementaba con unos mini-bizcochos aéreos de curry, para mi todos los sabores se complementaban estupendamente, fue uno de mis platos favoritos.


La alcachofa seguía a los raviolis, una alcachofa estéticamente presentada como una flor con un fondo de marisquito muy sabroso.


Llegaba la carne, las mollejas, carne de La Finca, quizá muchos habréis oído hablar de la carne de La Finca, realmente es extraordinaria, pero lo que yo no sabía es que tanto Julio Reoyo como Javi Estévez eran los asesores gastronómicos de la finca.

Acompañaban a la molleja un fondo de carne, y un huevo a baja temperatura, un puré de apionabo y se culminaba con un poco de trufa rallada. un plato muy sabroso y que parece ser uno de los platos estrella de Doña Filo.
Ya sabéis qué dicen de las lentejas, que si quieres las comes y si no... las dejas, no fue mi plato favorito la verdad. Quizá le faltaba un poco de sabor o simplemente sal, pero las lentejas que bien finas eran estaban poco sabrosas, y en eso coincidimos en general la mesa, unos lo achacaban a la falta de sal, yo en particular eché en falta un poco más de sabor.


Este plato, ¡molaba! un bacalao en su punto perfecto de cocción, sobre ropa vieja, caldo del cocido y unas notas de melocotón, que lo hacían delicioso.



Como veis el menú era suculento, así acabé yo, que llegaba antes rodando que andando, pero para ayudar a mi causa de no poder salir por mi propio pie del mesón, nos abarcaron con dos platos más.


El rabo de vaca (bien, da gusto que en los sitios llamen a las cosas por su nombre) sobre crema de calabaza, una buena salsita, y una quenelle de remolacha, todavía se me hace la boca agua al pensarlo. Muy sabroso, muy jugoso.
Quedaba la prueba final, el top 10, uno de esos platos a los que a muchos enloquece y a otros asquea, LOS CALLOS, ¡y qué callos! me encantaron pese a que ya estaba a punto de explotar, mojé pan y todo, unos callos bien gelatinosos, y aunque yo no soy muy afín a este plato, los he probado en numerosos sitios, y estos realmente me gustaron.

Pese a mi corta edad, se aproximadamente el sabor que deben tener unos buenos callos, y su textura, deben ser finos, sin olores fuertes a tripas, tiernos y sobretodo gelatinosos, deben quedarse los labios prácticamente pegados por el fondo que lleven del guiso y el colágeno, y estos eran así de buenos, ¡merecen la pena!
El menú acababa y muy al estilo francés, cambiábamos de salado a dulce a través de un surtido de quesos, de izquierda a derecha de más suaves a más fuertes, de cabra, de vaca, todos ellos ayudaban a limpiar el paladar.


Para dar lugar al postre, una panacota de vainilla, coulis de frutos rojos y sorbete de manzana. Me dejé parte del postre en el plato, no soy muy dulcera, no podía más. Lo probé y eso fue todo.


Perdonad que haya tardado tanto en publicar esta entrada, pero la gripe se ha adueñado de mi.
Una semana más espero que os haya gustado y que por supuesto vayáis todos a visitar a Inma, Julio y Javi al Mesón de Doña filo y que me contéis la experiencia.
¡¡Un beso y hasta la próxima!!

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